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El samovar, el símbolo de la hora del té y cordialidad rusa

El samovar, el símbolo de la hora del té y cordialidad rusa

Muchos creen que el samovar es la invención verdadera de Rusia. Pero, los artefactos como un samovar eran conocidos en la antigüedad. La máquina de té rusa, como se le llamaba un samovar en Europa Occidental, apareció en Rusia durante el reinado de Pedro I. El samovar debe su aparición al té, que se introdujo a Rusia en el siglo XVII desde Asia y fue utilizado como un medicamento entre la nobleza en aquel tiempo.

La primera mención de un samovar en los documentos históricos data de 1746, pero no es posible determinar la fecha exacta y el lugar donde apareció el primer samovar. Sin embargo, se sabe que hasta el final del siglo XVIII los principios de funcionamiento y el mecanismo del samovar ya fueron formados completamente, y todavía siguen siendo los mismos. Pero, su aspecto y la decoración en toda la historia del desarrollo cambiaban de acuerdo de la variación del gusto.

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Samovar es una parte de la vida y el destino del pueblo ruso, como se refleja en sus proverbios y dichos, en las obras de los clásicos de la literatura rusa: Pushkin, Gogol, Gorki y Blok.

Desde la antigüedad, el samovar significaba calidez y hospitalidad de los anfitriones. Su ausencia en una casa indicaba una baja posición económica. Muchas veces el negocio serio se realizaba con samovar, como las discusiones artísticas y políticas más controversiales no eran posibles sin él. Se necesitaba el samovar en la casa del aristócrata de San Petersburgo y en un restaurante o para la pobre gente suburbana. Durante los siglos XIX y XX, este dispositivo se ha convertido en un símbolo característico de la vida rusa, el objeto central de la hora del té, que a partir del siglo XIX llegó a ser considerado como parte de la tradición cultural de la nación rusa.

Para el pueblo ruso el concepto de "samovar" tenía un significado muy específico: unirse cerca de la mesa con un samovar, sentarse, charlar y beber té. La ceremonia del té ruso está dirigida a la unificación del mundo espiritual de personas reunidas alrededor de la mesa, el descubrimiento de cada alma a la sociedad, la familia, los amigos, y la adquisición de nuevos conocimientos. La hora del té prepara el escenario para una conversación íntima. Hablar claro y directamente con la persona, y más con unos compañeros, siempre es psicológicamente difícil. Esto se ve agravado por el hecho de que en la mesa, por regla general, están presentes diferentes generaciones: desde los niños hasta los bisabuelos. Los niños se contienen por la tradición de respeto a los adultos, y sus papás –por el culto de sus padres. Un comentario descuidado, una colisión de dos puntos de vista a veces destruyen la conversación íntima, y el hablador se calla. Para crear un espíritu democrático se necesitaba un "interlocutor silencioso", mirando y hablando a quien sería posible expresar lo más íntimo, sin temor a ser mal interpretado. Esta función se asigna al samovar en la hora del té rusa.

El agua en el samovar hervía debido a la quema de carbón, piñas y astillas. Esto le daba al té un sabor especial. Para bombear aire necesario para encenderlos se utilizaba una bota, que también favorecía la conservación del calor durante un tiempo largo.

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Según la tradición, la anfitriona fue la persona que servía el té en tazas. Junto con las tazas de té caliente se servían los platillos, que se utilizaban para enfriar el té. Regularmente el azúcar en cubitos para el té de samovar se servía por separado, es decir no lo agregaban al té sino comieron en pedacitos. En invierno un samovar seguía siendo también el calentador de la habitación. En esta temporada los bebedores de té podían tomar más de veinte tazas de bebida caliente por día.

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El lento consumo del té hasta altas horas de la noche era indispensable para las casas de campo. En el verano en el patio, por lo general bajo de un manzano, se ponía la mesa con mermelada, miel, galletas caseras servidas, en su centro se ponía un gran samovar, y toda la familia estaba compartiendo las noticias y las impresiones del día.

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Hacer el samovar con carbones fue un ritual especial. Por lo tanto, cuando los samovares eléctricos aparecieron, la hora del té ya no era tan tradicional como antes. Además, en un samovar eléctrico el agua hierve considerablemente más lento que en el hervidor de agua de gas. Y porque la mayoría de la gente tenía las estufas de gas, el samovar dejó de gozar de gran demanda.

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